El 1 de enero de 2012, el P. Adolfo Nicolás, Superior General de los Jesuitas envió una carta a todos los superiores mayores en donde les recuerda el documento del papa Pío VII Sollicitudo ómnium ecclesiarum, del 7 de agosto de 1814, por medio de la cual restauraba la Compañía de Jesús en el mundo entero.
En dicha carta el Padre General acentuaba la importancia de dicha celebración con las siguientes palabras: “Traigo a su consideración este aniversario en este momento porque estoy convencido de que su conmemoración puede ser para nosotros de gran ayuda si queremos adentrarnos con mayor profundidad en la renovación continua de la Compañía que cada generación lleva a cabo”.
Desde la web “200 años de Restauración de la Compañía de Jesús” te presentamos, a continuación, Algo de Historia, información condensada en cápsulas sobre la historia de la Compañía Universal:
1. La Compañía de Jesús es la orden religiosa masculina católica con mayor número de miembros, seguida de los salesianos y los franciscanos. Según datos de la Curia General de Roma, el primero de enero de 2013 había 17.287 jesuitas: 12.298 sacerdotes, 1.400 hermanos, 2.878 Escolares –jesuitas en formación para el sacerdocio- y 711 novicios. La edad media de los miembros de la Orden es de 57.34 años. El país con mayor número de jesuitas actualmente es la India –más de cuatro mil-; siguen Estados Unidos y España.
2. En 1609, el Padre Diego de Torres, Provincial de Paraguay, envió a Marcelo de Lorenziana, Rector del Colegio de Asunción, a vivir entre los guaraníes. Los comienzos de la nueva misión fueron modestos. Algunas familias guaraníes aceptaron congregarse en un poblado al que llamaron “San Ignacio”; surgieron otras reducciones a lo largo de los ríos Paraguay y Paraná. El más grande fundador de reducciones fue el jesuita limeño Antonio Ruiz de Montoya, quien llegó a dominar la lengua guaraní y escribió su primera Gramática.
3. Canadá y la zona del Missippi fueron explorados y evangelizados por jesuitas franceses. Después de dos intentos fallidos, treinta jesuitas salieron de Quebec en 1632 y se internaron en el territorio del actual Canadá. Comenzó así unas de las misiones católicas más difíciles de todos los tiempos, por la oposición de hurones e iroqueses y por las extremas condiciones climáticas. Ocho jesuitas fueron martirizados a mediados del s. XVII; el más conocido es San Jean de Brebeuf. Los habitantes del país llamaron a los misioneros “los Ropas Negras”.
4. Los jesuitas fueron ampliamente reconocidos por la explotación agro industrial organizada y sistematizada que establecieron en Sudamérica. Durante los siglos XVII y XVIII desarrollaron haciendas y minas productoras a lo largo y ancho del territorio, con cuyos ingresos lograron sostener otras obras apostólicas como sus colegios y universidades, que eran gratuitos.
5. En la carta anual de la Provincia del Nuevo Reino al P. General, Muzio Vitelleschi, en 1643 se consigna: “Hállanse en esta dilatada provincia hasta 225 de los Nuestros, de los cuales el número de sacerdotes llega a 90, 30 estudiantes y poco más de 100 hermanos coadjutores; de todos éstos la mayor parte se llevan dos principales casas que están situadas en las ciudades de Santa Fe y Quito… Hay en la Provincia ocho colegios, una casa de probación…, son seis las residencias y doctrinas a que asisten padres sacerdotes hechos curas de almas, catequizando a los indios, formando su rudeza, administrándoles los divinos y santos sacramentos y sufriendo con invencible paciencia mil necesidades por llevar sus almas a los cielos”.
6. Los Monita Secreta o Instrucciones secretas fueron una falsificación que se presentó como una instrucción del P. General, Claudio Aquaviva. Su autor fue el polaco Hieronim Zahorowski, exjesuita expulsado de la Orden en 1613. La primera edición apareció en Cracovia en 1614 y causó revuelo; siguieron publicaciones en Italia, Francia, Alemania y Suiza. El falsificador tenía una gran ventaja: conocía las Constituciones de la Orden y el estilo de los documentos oficiales jesuíticos. Estos Monita indicaban –supuestamente- a los jesuitas, en 45 páginas, cómo buscar influencias y aumentar la riqueza de la Compañía. Las refutaciones han demostrado el carácter fraudulento del panfleto, no obstante su publicación dio una poderosa arma a los enemigos de la Compañía de Jesús, sobre todo a partir de la Ilustración.
7. Durante el Siglo de las Luces, la Compañía de Jesús se encontró bajo el fuego de diversas fuerzas hostiles: los filósofos ilustrados, las Cortes borbónicas. Portugal fue el primer país en perseguirla, pues la acusaba de haber creado una “República” autónoma en el Paraguay. El ministro Carvalho convenció al Rey de que la Orden era una amenaza a su poder. La expulsión de la Compañía de Jesús de Portugal y sus colonias se verificó en 1759. Siguió la disolución de la Orden en Francia y sus colonias en 1763.
8. En 1759, 1.900 jesuitas fueron arrancados de India, África, Brasil y Portugal. Los incidentes en el Paraguay, donde los guaraníes se opusieron a la transferencia de siete reducciones a soberanía portuguesa, medida contemplada en el Tratado de límites de Madrid (1750), convenció al Primer Ministro del Rey, Carvalho, a acabar con los jesuitas. Lisboa preparó un reportaje pseudo oficial sobre la “República de los jesuitas en el Paraguay”, un “Estado dentro del Estado”. La leyenda se convirtió en un medio utilizado en Portugal y España para justificar la expulsión de la Orden. Sin embargo, el embargo de las casas y de los archivos jesuíticos en Europa y América no revelarían nada de las fabulosas riquezas.
9. La tormenta anti-jesuítica pasó a Francia. El P. Superior de la isla Martinica, quien había incursionado en riesgosas actividades mercantiles, quebró. La opinión pública y la banca acusaron a la Orden entera. El Parlamento de París exigió pagar los perjuicios y condenó a las llamas las obras de los teólogos jesuitas más eminentes. Luis XV ofreció salvar a la Compañía en Francia si ésta se reorganizaba de acuerdo al juicio del Parlamento. El Papa Clemente XIII respondió: “que los jesuitas sean lo que son o que no sean”. Finalmente, en noviembre de 1763, la Compañía de Jesús en Francia, con 3.000 miembros, fue disuelta ante la ley.
10. Después de la disolución de la Compañía en Francia, la burocracia absolutista del Reino de España prepara minuciosamente análoga medida. El 2 de abril de 1767 Carlos III escribió en la Pragmática Sanción: “para mantener la paz en mi Reino y por otras causas que reservo en mi real ánimo”, expulsa a más de 5.500 jesuitas de sus dominios. Tanto en la península, como en América y Filipinas, los hijos de San Ignacio fueron embarcados, en medio de inauditas penalidades, rumbo a los Estados Pontificios. El Papa Celemente XIII protesta y se resiste a acogerlos, pero cede ante la crisis humanitaria de los expulsos, hacinados en Córcega. Los jesuitas americanos se establecieron, según su Provincia, en diversas ciudades del centro de Italia: Ravena, Bolonia, Faenza, Rímini.
11. En 1767 la Compañía de Jesús fue expulsada de España, acusada de instigar el motín de Esquilache; además se les acusó de servir a la curia romana en detrimento de las prerrogativas regias, de defender la teoría del regicidio y de defender el laxismo en sus Colegios y Universidades. Los jesuitas salieron a las doce en punto de la noche del día señalado por la Real Pragmática de Carlos III. Fueron expulsados de sus residencias y colegios y apenas tuvieron tiempo de inventariar sus bienes. Sólo se les permitió salir con algunos efectos de uso personal.
12. las Provincias jesuíticas, aunque desterradas, se mantuvieron cohesionadas y organizadas durante el largo viaje y el exilio en los Estados Pontificios. Privadas de admitir novicios, era inevitable su agonía. La Supresión rompió los lazos entre aquellos religiosos, pero se produjo un fenómeno: en parte por el ocio forzoso al que se vieron sometidos hombres acostumbrados a la acción intelectual o misionera, bien para justificar la pensión que recibían de la Corona o, simplemente, por añoranza de su tierra, se entregaron a un fecundo trabajo intelectual.
13. Varios autores han señalado que, en medio de ciertos escándalos que sacudieron a las Órdenes mendicantes coloniales, la Compañía se había mantenido incólume en su disciplina y buen gobierno. La expulsión de 1767 fue deplorada por amplios sectores. Un aura de martirio rodeó a los jesuitas peninsulares y criollos que partieron al destierro y terminaron sus días en los Estados Pontificios. 29 de los 30 diputados americanos en las Cortes de Cádiz solicitaron su retorno en 1812.
14. El 16 de agosto de 1773 el Papa Clemente XIV promulgó el breve Dominus ac Redemptor que suprimía a la Compañía de Jesús. El texto del breve –documento pontificio de rango inferior respecto a una bula- fue prácticamente escrito en la Embajada Española en Roma. Como señala el periodista Alain Woodrow: “la Compañía moría en su ley, suprimida por aquel a quien había jurado fidelidad absoluta”. Según el historiador jesuita Ricardo García Villoslada: “unos doce mil sacerdotes quedaban reducidos a la inacción, el mundo infiel perdía más de tres mil misioneros y la sociedad cristiana más de 800 instituciones de enseñanza”. La Orden ignaciana en ese momento contaba con 22.000 miembros.
15. El Superior General Lorenzo Ricci y sus Asistentes fueron apresados y sin juicio alguno retenidos en el Castel Sant’ Angelo, a orillas del Tíber. Ante esta situación se expresó Ricci diciendo: “Yo adoro las disposiciones de Dios”. El breve de Supresión debía ser promulgado por los obispos locales para entrar en vigor. En las regiones donde aún permanecían (Alemania, Inglaterra y sus dominios, Europa Oriental, China) los jesuitas acataron –con dolor- el breve. Dominus ac Redemptor fue promulgado en Polonia en noviembre. Sin embargo Catalina II, la zarina de Rusia Blanca, no la publicó y permitió a los jesuitas continuar en su imperio como educadores de la juventud.
16. El Superior Lorenzo Ricci, último General de la antigua Compañía, permaneció prisionero sin poder celebrar misa ni recibir visitas. Murió en 1775; ante la ostia consagrada leyó su postrera declaración: “Declaro y protesto que la extinguida Compañía de Jesús no ha dado motivo alguno para su supresión… Declaro y protesto que yo no he dado ningún motivo para mi prisión… Ruego al Señor que, por su pura bondad y misericordia, perdone primero mis numerosos pecados y luego perdone a todos los autores y a los que han cooperado a dichos males e injusticias”. En suma, la supresión de la Compañía de Jesús no se basó en ningún motivo religioso; fue un acto político, cuya causa principal estaba en el conflicto creciente entre los absolutismos nacionales, el regalismo borbónico y el poder papal, del que la Compañía aparecía como símbolo e instrumento.
17. En Rusia y Prusia el breve de supresión del Papa Clemente XIV, Dominus ac Redemptor, no fue promulgado por los monarcas. Catalina II de Rusia, la Grande, apoyó y dio refugio a los jesuitas en Bielorrusia y el resto de su Imperio, pues necesitaba de los jesuitas para el sistema educativo ruso y continuar así la obra modernizadora iniciada por el Zar Pedro el Grande. En Prusia, a Federico II le guiaron las mismas motivaciones.
18. En 1773, los jesuitas de Rusia Blanca, súbditos de la Zarina de Rusia, eran 201 (97 sacerdotes, 55 hermanos, 49 escolares); dirigían 5 colegios, 2 residencias y varios puestos de misión. Su Superior les animó a permanecer fieles a la Compañía y a continuar su apostolado. Catalina II dio claras instrucciones a los Obispos para mantener a los jesuitas, con permiso de vivir según sus Constituciones. Con todo, 30 jesuitas, motivados por sus escrúpulos, abandonaron la Orden. En octubre de 1775, el Papa Pío VI autorizó que los ex jesuitas que quisieran reingresaran a la Orden en Rusia.
19. En junio de 1779, el Obispo de Vilna permitió a la Compañía de Jesús abrir un noviciado, lo que provocó un conflicto diplomático entre Rusia, la Santa Sede y los Borbones. Los Superiores bielorrusos admitieron foráneos, con cuidado de no recibir demasiados por el difícil clima y la falta de sitio en las casas. Entre estos admitidos estuvo un joven de Medellín, de apellido Tenorio, que después de pocos meses abandonó el noviciado de Polotsk, pues no pudo soportar el clima invernal. En 1783, el Papa Pío VI dio su aprobación verbal de la Compañía en Rusia.
20. En 1789, año en el que inició la Revolución Francesa y entró en vigencia la constitución de los Estados Unidos de América, fue fundada Georgetown, la universidad católica más antigua del país, por el obispo de Baltimore, el exjesuita John Carroll. En mayo de 1803, Monseñor Carroll y su coadjutor, también exjesuita, escribieron al superior General Gabriel Gruber informándole que había trece exjesuitas en los Estados Unidos y que la mayor parte de ellos deseaban “acabar sus días en la Compañía de Jesús”. Gruber dio su beneplácito en mayo de 1805, pero algunos de los exjesuitas ya habían muerto. El padre Robert Molineux, inglés, fue nombrado Superior del pequeño grupo y este fue el origen de la actual Asistencia de los Estados Unidos.
21. El Papa Pío VII autorizó el restablecimiento de la Compañía en el Reino de las Dos Sicilias en 1804. Conocedores de esto los diputados americanos a las Cortes de Cádiz dirigieron a una petición formal (16 de diciembre de 1810) que incluía la readmisión de los jesuitas a los reinos que habían abandonado en 1767. Las Cortes desecharon la propuesta.
22. En 1795 había 202 jesuitas en Rusia. Pablo I les entregó la Iglesia de Santa Catalina y pidió la apertura de un Colegio en San Petersburgo. El Zar escribió al Papa, pidiéndole una “aprobación explícita de esta Orden, a la que profeso especial amor”. El Papa Pío VII accedió mediante un breve Catholicæ fidei, de marzo, 1801. Con este documento pontificio aprobó la existencia de la Compañía de Jesús dentro de los límites del Imperio Ruso y reconoció al padre Franziskek Xavier Karew como su Prepósito General.
23. En Italia, hacia 1800, el exjesuita José Pignatelli, “varón providencial por sus virtudes y dotes de gobierno”, considerado el restaurador de la Compañía, se destacó auxiliando a sus compañeros. En 1803 fue nombrado Provincial de Italia y la Compañía retornó a Sicilia y Nápoles. Los jesuitas se dedicaron a las misiones populares y a enseñar en seminarios diocesanos.
24. El 7 de agosto de 1814, Octava de la fiesta de San Ignacio, fue una jornada memorable para los pocos jesuitas sobrevivientes de la supresión. Aquella mañana romana Su Santidad el Papa Pío VII, recientemente liberado de su cautiverio napoleónico, se aprestaba a formalizar la primera gran medida desde su retorno a la Ciudad Eterna: la restauración universal de la Compañía de Jesús. El Papa arribó a la Chiesa del Gesú, celebró misa e hizo leer su bula Sollicitudo omnium Ecclesiarum, una solemne derogación del breve de Clemente XIV. Testigos eran varios prelados, príncipes y cerca de un centenar de ancianos jesuitas (los más jóvenes pasaban de 60 años).
25. De acuerdo con la bula de restauración de la Compañía de Jesús, Sollicitudo omnium Ecclesiarum firmada el 7 de agosto de 1814: “El mundo católico pide con voz unánime el restablecimiento de la Compañía de Jesús. Nos creeríamos culpables ante Dios de un grave delito si, en tan grave peligro de la República cristiana, no echásemos mano de todos los recursos que nos concede la Providencia especial de Dios y si, colocado en la barca de Pedro, agitada, combatida por continuas tempestades, rehusásemos valernos de los vigorosos y experimentados remeros que se ofrecen voluntariamente a romper las olas de un mar que amenaza a cada instante con el naufragio y la muerte…”
26. En Baltimore, al conocer la restauración de la Compañía de Jesús el exjesuita John Carroll, primer obispo católico de los Estados Unidos y fundador de la Universidad de Georgetown, expresó: “se necesitarán muchos años para producir hombres como los que adornaron a la Compañía con sus virtudes y talentos”. En efecto, el otrora poderoso influjo intelectual y político de la Compañía era mínimo en 1814. En todo caso, “el nexo tejido desde 1540, roto en 1773, se reanudaba”. La Compañía de Jesús había renacido y estaba lista de nuevo para prestar servicio a la Iglesia Católica.
27. Fernando VII rey de España, revocó la Pragmática Sanción de su abuelo Carlos III el 29 de mayo de 1815. El 10 de septiembre de aquel mismo año firmó otra Cédula Real permitiendo el retorno de los jesuitas a las posesiones americanas de la Corona. Sin embargo, al igual que en España, tanto en México como en Argentina y Nueva Granada los jesuitas, muy a su pesar, pasaron a ser el centro de la controversia política entre los nacientes partidos conservadores y liberales.
28. Restaurada la Compañía el Superior General Tadeusz Brzozowski, polaco, trató por todos los medios de trasladarse con su Curia a Roma, pero el Gobierno Zarista se lo impidió en aras de su seguridad, pues desconfiaba que los jesuitas volvieran a ser los “insidiosos agentes del Papa”. El General murió en febrero de 1820. Un mes después la Compañía de Jesús fue expulsada del Imperio Ruso, pero quedó para la historia que un Estado ortodoxo, el más extenso del mundo, fue el reducto de la Compañía de Jesús en el periodo más oscuro de su historia.
29. La regente María Cristina de España dio nueva vida a la Pragmática Sanción en julio de 1835: 346 religiosos que conformaban la Provincia Española fueron dispersados, 42 jesuitas ibéricos fundaron una misión en Buenos Aires en 1836, lo que significó el retorno de la Orden a Sudamérica.
30. En abril de 1842, durante el gobierno de Pedro Alcántara Herrán, el Congreso Neogranadino decretó una ley que admitía oficialmente a la Compañía de Jesús en el territorio de la República para evangelizar ante todo a los indígenas “infieles”. Enterado el Superior General Juan Felipe Roothaan de esta petición organizó una expedición misionera. Fue nombrado Superior de la nueva Misión el padre Pablo Torroella (profesor de Teología en Italia).
31. Hacia 1830, París era el epicentro del anti-jesuitismo: se reimprimieron los Monita Secreta y se publicó la novela anti-jesuítica El judío errante de Eugene Sue; para el historiador Jules Michelet, “la Compañía era la Contrarrevolución”. En Italia, Gioberti escribió Il Gesuita moderno, libro en el que acusó a los jesuitas de trabajar más por su prestigio que por la gloria de Dios, idea repetida también por Víctor Hugo. En medio de este ambiente, el Superior General Juan Felipe Roothaan -holandés- vio a sus súbditos perseguidos y expulsados de Portugal y España (1834), Suiza (1847, en medio de una guerra civil), Argentina (1848), Nueva Granada (1850) y Ecuador (1852).
32. Las continuas expulsiones del siglo XIX permitieron a la Compañía llegar a nuevos rincones de la viña del Señor: India, China, Próximo Oriente, Brasil, Centroamérica… El sacerdote El Padre Pierre-Jean De Smet evangelizó incansablemente a los nativos de Norteamérica. En 1848, el Superior General Roothaan compartió la suerte de tantos jesuitas: el exilio. La creciente presión anticlerical motivó al Papa Pío IX a sugerir a Roothaan que la Curia de la Compañía abandonara la ciudad. La intervención militar francesa restauró el orden y tanto el Papa como el General retornaron a Roma en 1849.
Fuente: “200 años de Restauración de la Compañía de Jesús” – Fotos: Wikipedia /Portal Guaraní / U Javeriana