P. Jorge Cela SJ, Presidente de la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina (CPALSJ), ha dedicado el editorial del último boletín informativo de la CPAL a FLACSI y a su campaña Ignacianos por Haití. Con el título “Cuando la PAC se enreda”, el P. Cela hace hincapié en aquellas prioridades del Plan Apostólico Común (PAC) en las que la campaña se fundamenta, por ejemplo la cuarta prioridad, “Conciencia y solidaridad latinoamericanas” donde Haití se establece como una de las tres prioridades territoriales, “no porque no tengamos pobres cerca, si no porque el terremoto creó la mayor necesidad”.
El Padre Jorge Cela SJ también se ha referido a uno de los aspectos clave de la campaña: “Ha logrado que, a través de toda América Latina, las comunidades educativas de nuestros colegios salgan de su propio querer e interés para mirar al otro más necesitado”.
A continuación puedes leer el texto íntegro en español o bien, descargar su versión PDF aquí.
“Cuando el PAC se enreda”
El Proyecto Apostólico Común (PAC) no está en problemas. Pero sí busca “enredarse”, mezclarse entre las redes. Desde su inicio se formuló como interprovincial e intersectorial. Y ya comienza a dar resultados.
Quiero fijarme hoy en una iniciativa, que no es la única, la Federación Latino Americana de Colegios Jesuitas (FLACSI) que lanzó la campaña Ignacianos por Haití a raíz del terremoto que azotó al país en 2010. En el 2011 había 34 colegios involucrados. Aumentaron a 78 en el 2012. Esperamos que sigan en aumento en el 2013.
La Campaña se inspira en la prioridad cuarta del PAC: solidaridad y conciencia latinoamericana. Y se centra en Haití, una de las tres prioridades territoriales escogidas para nuestra solidaridad.
Ha logrado que, a través de toda América Latina, las comunidades educativas de nuestros colegios salgan de su “propio querer e interés” para mirar al otro más necesitado. No han creado una obra propia, sino que han dado la mano generosa a una obra de los jesuitas haitianos: Fe y Alegría, hermanando dos redes distintas. Han apoyado a los necesitados del país más pobre de América Latina, no porque no tengamos pobres cerca, sino porque el terremoto creó “la mayor necesidad”.
No se limitaron a recoger dinero un día. Crearon un proceso de solidaridad que se ha extendido por tres años, requiriendo de un esfuerzo sostenido y organizado, que involucra voluntarios laicos sobre el terreno (aún buscamos al jesuita), trabajando con Fe y Alegría Haití en una propuesta de mejora de la gestión, la calidad pedagógica y las comunicaciones, que sienta las bases para un desarrollo autóctono futuro.
Ha sabido trabajar en colaboración con otros en una misión común, como son los laicos de América Solidaria. No quiso llamarse FLACSI por Haití para ganar publicidad. Prefirió ganar compañeros de trabajo.
A veces se equivocaron y cometieron errores (y han aprendido de ellos) pero tuvieron el coraje de lanzarse con decisión y entusiasmo. Pienso que esa es la educación que queremos llamar ignaciana. Por eso creo que tanto como han dado, han recibido nuestros colegios de este proyecto.
Cada vez es más fuerte el énfasis en la calidad de la educación. Para algunos esto se concreta en el puesto alcanzado en los exámenes de lengua, matemáticas y ciencia; para otros en la incorporación del idioma del mercado en los aprendizajes; para otros, en fin, en la inversión en alta tecnología educativa.
A veces no reflexionamos sobre lo que esto significa. Centrarse en tener los mejores promedios nos lleva a excluir los menos capacitados, los diferentes, los más pobres. La buena educación se define por saber seleccionar “mis” estudiantes más que por formarlos bien. Y creamos sujetos competitivos, pero sin sensibilidad para el más débil, sin tolerancia para el diferente, sin generosidad para lo gratuito. No formamos hombres y mujeres para crear sociedades más inclusivas, como pide la primera prioridad del PAC. Los que no han vivido la experiencia de estar con los demás, difícilmente llegarán a vivir sus vidas para los demás. Me asusta pensar que a veces los países con educación “más competitiva” tienen los más altos índices de suicidios de adolescentes y jóvenes.
La obsesión por la tecnología de punta y el entorno nos lleva a sacrificar nuestra inversión social para tener los mejores planteles. Estamos enseñando a nuestros alumnos dónde está nuestro corazón al invertir nuestro tiempo y dinero. ¿De qué nos vale tener los mejores laboratorios, la mejor tecnología digital, si no escuchamos el clamor de las nuevas culturas juveniles?
Por eso me lleno de alegría cuando veo a FLACSI organizar Ignacianos por Haití; o crear un sistema de evaluación que tiene en cuenta estos aspectos; o que se preocupa por la pastoral de nuestros colegios, como lo muestra la reunión que tendrán en julio en Río de Janeiro; o los esfuerzos por trabajar la identidad, espiritualidad y liderazgo ignacianos en la comunidad educativa; o que se alían con Fe y Alegría para la rifa, ganar a concurso nuevas escuelas, mejorar la calidad de la educación; o cuando se involucran en la Campaña Mundial por una Educación para Todos y Todas y no simplemente en proclamar que son mejores que otros.
El gran reto de FLACSI es transformar esta línea en su sello de identidad y contribuir así, con otros, a cambiar el concepto de calidad de la educación.
Ahora más que nunca, cuando la Compañía ha lanzado el GIAN (Red jesuita de incidencia global) para promover la Educación de Calidad para Todos y Todas. Podría ser una nueva línea de acción para FLACSI.
Jorge Cela, S.J. Presidente de CPAL Rio de Janeiro, 28 de Febrero de 2013