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La educación y la salud: compañeras inseparables

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headerInformación tomada de edujesuit.org

A veces resulta poco esclarecedor contestar una pregunta con otra pregunta; sin embargo, en esta ocasión es conveniente hacerlo y no se necesitan conocimientos especiales para responder: ¿pueden los niños y las niñas o los jóvenes ver reconocido su derecho a la educación si no gozan de buena salud? ¿La buena salud se ve influenciada por la educación?

La respuesta es que resulta complicado acceder a unos niveles mínimos de salud sin unos conocimientos mínimos con respecto a qué entendemos por salud y cómo practicarla. Además, una persona enferma tiene pocas posibilidades de acceder a la educación.

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La Organización Mundial de la Salud se ha pronunciado en repetidas ocasiones y de forma contundente acerca de la estrecha relación existente entre educación y salud. Sus afirmaciones van acompañadas de múltiples indicadores y han servido para reforzar los argumentos de otras agencias de las Naciones Unidas:

  • La educación es una herramienta básica para romper el fatídico círculo de la enfermedad, la pobreza, la desigualdad y la exclusión.
  • Los problemas de salud pueden socavar las inversiones en educación ya que algunas enfermedades mantienen a los niños y a las niñas lejos de la escuela. En otros casos, tienen que interrumpir prematuramente su educación para cuidar a familiares enfermos.
  • Algunas enfermedades parasitarias tropicales reducen la absorción de nutrientes, afectan al desarrollo de las funciones mentales y comprometen los resultados educativos.
  • La educación y la salud se refuerzan mutuamente para que las personas puedan desarrollar plenamente su potencial humano.
  • La educación de las madres es un determinante primordial para la supervivencia de los niños y las niñas.

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Asimismo, la educación es uno de los principales determinantes de la salud, es decir, las condiciones socioeconómicas, culturales y medio ambientales en las que las personas nacen, crecen y viven, entre las cuales se encuentra la educación, tanto formal como informal porque la educación es condición necesaria para alcanzar un nivel de bienestar físico, individual y colectivo y, por ende, lograr el desarrollo humano sostenible, en este caso, concretado en el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) número 3 (garantizar una vida sana…) y número 4 (garantizar una educación inclusiva…).

En efecto, el ODS 4 apunta a garantizar una educación inclusiva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje para todas las personas durante toda la vida. Para ello es necesario contemplar el ODS 3, garantizar una vida sana y promover el bienestar para todas las personas a lo largo de toda su vida, ODS que me permito enlazar con el artículo 12 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales que proclama que las personas deben alcanzar “el disfrute del nivel más alto posible de salud”.

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La educación y la salud son compañeras inseparables, como son inseparables la realización del derecho a la educación y el derecho a la salud, sin equívocas prioridades entre los derechos humanos porque hoy ya no existen derechos humanos de primera o de segunda generación y todos ellos, sean civiles, políticos, económicos, sociales o culturales, deben ser respetados, protegidos y garantizados por los Estados.

La realidad, sin embargo, nos presenta casos en los que nos empeñamos en establecer cierta“competencia” en el reconocimiento de los derechos humanos. Craso error que conlleva consecuencias muy negativas, especialmente, para las personas más vulnerables quienes desconocen, en muchos casos, que son titulares de derechos que también desconocen. Así se establece un círculo maligno que la educación puede y debe quebrar con el objetivo de formar e informar acerca de los derechos humanos, piedra angular de la convivencia humana, porque no solo la educación y la salud son inseparables, también son inseparables el acceso a la alimentación, al agua y saneamiento o el acceso a una vivienda digna, por citar algunos derechos humanos.

Artículo de opinión

Autor: Mª Teresa de Febrer, miembro de la ONG española Prosalus, que trabaja desde 1985 por la promoción de la salud en varios países de África y América Latina.