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HISTORIA
El Instituto San Ignacio de Loyola fue inaugurado el 2 de mayo de 1988 por iniciativa del P. Raymundo Rengifo, S.J., como escuela adscripta católica Nº 1752, dependiente del Consejo General de Educación y dentro del área de la Parroquia Itatí. La escuela empezó a funcionar en un salón comunitario prestado por la Comisión del Barrio. En 1989, en otro sector, se comenzó con la nueva construcción. En 2006 se reestructuró el sistema de las escuelas primarias de 1º a 7º y nivel inicial. Actualmente, se cuenta con dos secciones de nivel inicial y catorce secciones de nivel primario.
MISIÓN – VISIÓN
MISIÓN: El Instituto San Ignacio de Loyola es un instrumento apostólico para la misión educativa, «educa evangelizando y evangeliza educando». Facilita la apropiación de valores que promuevan cambios, orienten a los alumnos para que sepan desenvolverse en sociedad y los fortalezcan para que puedan enfrentar los desafíos que se presentan, con miras a que contribuyan a construir una comunidad más solidaria donde el compromiso y la acción este orientada al mayor servicio a Dios y a nuestros hermanos. Como centro social tiende a mejorar la calidad educativa buscando la equidad y brindando igualdad de oportunidades para todos los estudiantes. Forma a los alumnos para la vida desarrollando sus potencialidades como seres solidarios, responsables y críticos, con aspiraciones de superación y vocación de servicio, poniendo como modelo a Jesús. Brinda una Educación Integral de la Sexualidad en el marco del Plan de Dios sobre la creación y sobre cada uno de nosotros que somos sus hijos «creados a su imagen y semejanza». VISIÓN: «Educar en el espíritu de San Ignacio»- La visión del mundo concentrada en la persona. Como Institución Jesuita se sustenta en los principios, valores y métodos ignacianos, que alientan realizar una propuesta educativa cristiana, humanística y personalizada. Tiene como eje la formación integral de las personas en toda sus dimensiones: social, personal y trascendental. Se educa en valores éticos morales y cristianos estimulando el liderazgo ignaciano. Se estimula el Magis, el espíritu de superación, generosidad en el servicio y en la excelencia humana, orientando las diferencias individuales para el más completo desarrollo de las capacidades y habilidades de cada persona. En el campo del saber, se enseña a «saber razonar», «saber hacer» y «saber ser», sirviendo a los demás para a través de ellos, servir a Dios. La comunidad educativa, formada por docentes, alumnos, ex alumnos, jesuitas y laicos, la cultura del esfuerzo, del emprendimiento y de la responsabilidad, buscando encontrar a Dios en todas las cosas y comprender su plan de amor en cada circunstancia.
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