La finca de Villa Marianella, en Chinauta (Cundinamarca, Colombia) fue el lugar de encuentro para que 75 cursantes, estudiantes de 26 colegios FLACSI de 7 países de nuestra región, vivieran juntos una experiencia de autoconocimiento, discernimiento, misión y compromiso: el Curso Taller Internacional Arrupe 7.
Durante 14 días (10 al 24 de Noviembre) los cursantes vivieron con mucha disposición, profundidad y madurez, actividades que los condujeron a recorrer su propia historia, identificar los sueños que conforman su proyecto de vida, profundizar y reflexionar sobre sus actitudes, acciones, decisiones, y la manera en que éstas van constituyendo su camino.
En este tiempo también vivieron una experiencia de misión en el municipio de Cáqueza: fueron 3 días de inmersión y contacto con comunidades rurales que los recibieron con mucha disposición de compartir, para entregar y recibir desde las formas de vida de quienes allí se encontraron.
Los cursantes regresaron a sus hogares con las maletas llenas de aprendizajes, nuevas amistades, momentos y sentimientos vividos que guardarán en el corazón, y que llevarán por delante para enfrentar los desafíos y compromisos asumidos. A nivel personal, para ser los protagonistas de su historia. En sus contextos locales y nacionales, para transformar las dinámicas de injusticia, violencia y discriminación que evidencian y ante los cuales se sienten llamados a tomar acciones puntuales en su cotidianidad.
Como familia continental que se constituyó durante la experiencia, para responder de manera fraterna, cercana y concreta, a la situación de migración forzada que viven hoy miles de personas en la región; hoy cada uno de los cursantes es un Embajador por la Hospitalidad, siendo su fundamental tarea, movilizar a sus comunidades educativas y a otros estudiantes en el continente.
Compartimos algunos testimonios que reflejan la profundidad y potencial de transformación de la experiencia:
“Me llevo una nueva forma de verme a mí mismo, y de cómo puedo llegar a ser alguien grande y diferente” (Samir Martínez, Ecuador)
“Arrupe me deja un fuerte compromiso a seguir luchando por un cambio. También me deja mucha esperanza porque siento que hay voces latinas de jóvenes que también quieren un cambio, quieren luchar por la dignidad de las personas, y porque de verdad haya un sentido de servicio en nuestra generación” (Mar y Luna Torrejano, Colombia)
“Me llevo el reafirmar mi sentido de identidad, encontrar mi lugar en el mundo junto a personas que persiguen una lucha en común, agradecido con Dios por clarificar su voz en mi vida con esta experiencia. Agradezco aprender esta capacidad de saber ser hermanos sin fronteras” (José Alberto Barragán, México)
“Arrupe fue la mejor experiencia de mi vida. Ahora puedo ir con el corazón por delante, y dar más para servir mejor” (María José Dubón, Guatemala)
“Arrupe para mí fue una experiencia de renovación, de redescubrimiento, una experiencia de reconstrucción. Reconstruí mi carácter, reconstruí la visión que tenía del mundo y de mí mismo. Creo que ahora estoy más listo que nunca para transformarme no sólo a mí, sino a mi mundo”(Bernardo Soares, Brasil)
“Para mí Curso Taller significó una oportunidad única en la vida de poder encontrar a Dios en todas las personas que pude conocer, de aprender a valorar todas las que tengo y a mí misma” (Antonia Carvallo, Chile)
“Nos llevamos de Arrupe experiencias nuevas, momentos compartidos con gente de otros países y culturas nuevas, y nos llevamos herramientas que nos van a servir en la vida diaria para afrontar la sociedad de hoy en día” (Laura Wenz y Fabrizzio Calo, Paraguay)
El hecho de compartir la experiencia con otros jóvenes de diferentes países, les permitió a los cursantes conocer y valorar la diversidad cultural presente en nuestro continente, reconociendo la importancia y riqueza de las diferencias, encontrando realidades, valores y luchas compartidas, pudiendo construir una perspectiva y misión regional.
Desde FLACSI agradecemos profundamente a todos los asesores y cursantes que hicieron parte de esta experiencia, la cual nos permite evidenciar que, para los jóvenes la propuesta de Jesús y la espiritualidad Ignaciana, constituyen fuente y sentido para su camino, un referente de vida desde la fe, la conciencia y el servicio a los otros, para ser partícipes de la transformación social desde el amor y la justicia.