– A un mes de su llegada a Puerto Príncipe, el Director de la Oficina de Planificación y Desarrollo en Foi et Joie Haití (Fe y Alegría Haití) escribe sus primeras reflexiones en la siguiente columna. –
“Pou”
En el castellano distinguimos el “por” del “para”. Si con la primera damos cuenta de la causa que gatilla una acción, con la segunda buscamos describir el efecto al cual dicha acción se orienta.
Así, podremos decir que nos movilizamos “por” la indignación y el escándalo que nos produce la injusticia en un continente rico en todos sus sentidos menos en la igualdad. De otra forma, podremos decir que nos movilizamos “para” hacer de América Latina un continente justo y equitativo donde la pobreza no encuentre lugar bajo tanta riqueza humana y natural.
Pero en kreyol – el idioma haitiano – el “por” y el “para” se conjugan en una sola palabra: “pou”. Y al ver y sentir un país en cuyo territorio convive la paradoja de las principales conquistas latinoamericanas con sus mayores penurias en el pasado y desafíos futuros, nos hace recordar que a veces no tiene sentido distinguir ambas palabras.
Junto con los millones que caminan en campamentos levantados en todo Haití sin discriminar clima ni suelo, camina también el orgullo de un país que cimentó el recorrido para la independencia de toda América. Junto con los gritos de auxilio hacia la humanidad, cobra aún más sentido los gritos airosos de un pueblo que le dijo al mundo que la esclavitud no era natural. Junto con recordar constantemente la ironía de ver la riqueza más opulenta y la pobreza más miserable sobre una misma tierra, se recuerda también un país que le enseñó al resto que la tierra debía ser compartida. Junto con el clasismo y racismo, convive la maravillosa diversidad. Junto a la inestabilidad social y política, convive el ingenio y la creatividad. Junto a la carencia material, la alegría de vivir. Junto a la desesperanza, convive la fe.
Haití encierra esa contradicción de mostrarnos el valor que la humanidad tiene y ha tenido para avanzar y, al mismo tiempo, mostrarnos crudamente las deudas que aún persisten.
Por ello es que Latinoamérica tiene un deber con Haití, y no tiene sentido distinguir si es “por” o “para” los haitianos, porque encierra ambas al mismo tiempo. Como un faro en la noche, Haití nos enseña el camino hacia él con su propia luz. No nos sería posible ver los desafíos de justicia e igualdad que hay en Latinoamérica si los mismos que hoy sufren en Haití no nos hubieran mostrado antaño ese camino y la forma de cruzarlo.
Es “por” lo que Haití nos ha mostrado en sus luchas que hoy podemos ver mejor lo que queremos de Latinoamérica, y es “para” hacer de ese sueño una realidad lo que nos motiva y obliga a trabajar y no permitir la miseria e injusticia en Haití.
Haití es causa y efecto de la Latinoamérica que estamos construyendo, le debemos gran parte de nuestras conquistas así como nos interpela en el rostro con nuestras tareas aún pendientes, por ello es que nuestro destino está intrínsecamente unido su destino. La mejor medida del éxito o fracaso de América Latina en la historia es el éxito o fracaso de Haití, y viceversa.
Podemos decir entonces, con toda propiedad, que el desafío haitiano es también el desafío latinoamericano. Nou fè sa pou Haití, fè sa pou Amerik Latin.
Sebastián Bowen C.
–Sobre nuestro Equipo de Ignacianos por Haití–
El equipo de Ignacianos por Haití liderado por Sebastián Bowen y con el apoyo de un grupo de profesionales voluntarios de América Solidaria, ya se instaló en Haití para comenzar su trabajo de fortalecimiento de la educación y la promoción social, mediante la creación de una oficina de planificación y desarrollo Institucional en Fe y Alegría Haití – Foiet Joie Haití. Esto fue posible gracias al empeño y compromiso de miles de ignacianos, hombres y mujeres de América Latina Durante el 2012, esperamos seguir desarrollando las actividades necesarias para que este proyecto se afiance y continuar construyendo juntos por Haití.
Mira el video de presentación de Sebastián Bowen.
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