Federico Poggioli – Colegio San Ignacio de Loyola, Venezuela
¡Hola! Soy Federico, de Venezuela.
La pobreza viene dada por la incapacidad de cubrir nuestras necesidades más básicas. De acuerdo a la Pirámide de Maslow, estas son aquellas necesidades fisiológicas y de seguridad. Además, la educación, que es la mayor detractora de la pobreza, se encuentra como una de las últimas necesidades por las que una persona se preocuparía si no puede garantizar sus instintivas necesidades de supervivencia. De aquí la complejidad de la pobreza: Para reducirla, no solo es necesario una gran cantidad de inversión en educación y formación de personas, sino en casi todos los servicios públicos de un país, infraestructura que requeriría gastos que los países de hoy no se pueden dar. Aun así, la ONU confía en eliminarla para el año 2030.
¿Cómo conseguir todo ese dinero? En mi opinión, este se puede obtener si los gobiernos, más que donar dinero a los más necesitados, permitan a ellos mismos generarlo en sus propios negocios. La generación de empleos por parte de las empresas privadas, incluso aunque sean mal pagados, a la larga lleva a que las personas en la pobreza a que consigan una fuente de ingresos constante, y a reducir el desempleo. A pesar que la pobreza está asociada con la falta de dinero, medidas que repercutan en la industria como elevar los salarios mínimos o intentar controlar los precios no necesariamente llevan a aumentar la cantidad de dinero que las personas tienen, y por ende ayudarlas a salir de la pobreza. Cualquier economista es capaz de acordar que estas medidas inhiben a las empresas a invertir, y las obligan a veces a desemplear personal, liberando una especie de reacción en cadena que he visto en primera fila ocurrir en mi país.
A pesar de que todos los países poseen niveles de pobreza y desempleo, lo importante es si realmente se está tratando el problema y cómo. China, por ejemplo, es un país que para el 2010 tenía 150 millones debajo de la línea de 2 USD por día, pero que logró subir a más de 500 millones en un tiempo de 20 años. Esto demuestra que gracias a la inversión privada, fue posible elevar el nivel de vida general de la población, al igual de como se ha repetido en innumerables veces en otros países durante el siglo XX. Un punto clave para este suceso fue que, independientemente del origen del capital, este fue mayoritariamente invertido en obras públicas e industrias con el fin de perdurar en el tiempo, y no con el inmediato propósito de ganar el apoyo popular para mantener el gobernante de turno, como lamentablemente ha ocurrido en Venezuela, y conjeturo que también ha pasado en Latinoamérica.
Sin embargo, esto lo establezco viendo a la pobreza objetivamente, como simple “falta de dinero” (vivir a menos de 2 USD por día). La verdadera causante de la pobreza – y verdadera tragedia – es la incapacidad de salir de ella por falta de educación. Y la falta de educación no es exclusiva a las clases más bajas. Este es otro argumento por el que no se puede salir de la pobreza velando por igualdad en el reparto de dinero o en la igualdad de salarios en un principio. Son las medidas que prometen los gobiernos populistas, que llevan a la igual miseria. Lo necesario es la igualdad de derechos, deberes y oportunidades para los ciudadanos de un país. Procurar estas debería ser el propósito de todo gobierno.
Por último, creo que la pobreza, al ser un problema de sociedad, debe ser tratada con interés por ella misma. Que no vamos a salir de ella hasta que todos trabajemos por eso, y de allí la importancia de las fundaciones e instituciones educativas. Y como reflexión, creo que lo mejor que puedo hacer como estudiante que soy para colaborar con este problema es aprovechando y agradeciendo la educación que tengo, y si puedo, asistiendo de alguna manera a Instituciones como Fe y Alegría. Al final del día, los cristianos creemos que la pobreza es algo que va más allá del dinero, que la verdadera pobreza es la falta de espíritu. Y por ende, algo mental, no material.
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